Juan Raro

Extraordinario menú del día a un precio extraordinariamente modesto el que se disfruta en este restaurante de decoración intencionadamente informal y servicio amable, eficiente y raudo. La pequeña posibilidad de elección de los platos del menú del día (dos primeros, dos segundos, dos postres) y la escasez de las raciones se compensan ampliamente con la delicadeza y el buen gusto con los que elaboran todas las viandas. Son capaces de cocinar con productos relativamente normales y añadir algún ingrediente que les otorga un matiz de feliz originalidad. No puedo opinar sobre las cenas o los almuerzos a la carta. La decoración pretende hacer referencia al nombre del restaurante; es uniforme en estilo, con pinturas figurativas estridentes pero de factura diestra. El ambiente es el esperable en un local de pequeñas dimensiones situado cerca de la Plaza de Lavapiés: excesivamente ruidoso y con clientela ligeramente hacinada. Desgraciadamente, en los tiempos que corren, sería milagroso, y por tanto inexplicable, que no hubiera demasiada gente hablando demasiado alto en un restaurante popular. Con todo y con eso, el paladar y el bolsillo del comensal son muy bien tratados en Juan Raro.

Un lugar acogedor y moderno, con buena música de ambiente de relax.. El servicio bastante bueno y comida elaborada y muy buena. Importante, la cerveza a pesar de ser Alhambra, estaba muy bien tirada. Tengo que decir que pedí menú y te quedas muy muy bien, habiendo pedido café en lugar de postre. Precio del menú 13 euros, excelente.

Buen ambiente con una decoración curiosa, agradable. Tomamos un tartar de atún sobre una base patata, rico, buen sabor con la patata; camember fundido con pera, miel y nueces. Un queso camember fundido en una cazuela con trozos de pera, nueces y miel. Una conjunción de sabores excelente. Berenjena asada con tahini, za'atar y anacardos. Muy rica, sabrosa. Salmón en ceviche con el maiz en dos texturas. Es el plato más flojo, poco sabor. Bao de cochinita pibil. Muy rica la carne, jugosa y con sabor. Merece la pena volver.

Nuestra visita a este restaurante ha sido muy buena destacar una decoración vanguardista y diversa. Desde el momento en que entré, quedé asombrado por la mezcla de elementos modernos y eclécticos que creaban un ambiente inolvidable. La comida estuvo a la altura, pedimos varios platos para compartir lo que nos permitió probar varios platos como el pulpo con torreznos, una combinación sorprendente pero deliciosa que equilibraba la suavidad del pulpo con la textura crujiente de los torreznos. Las albóndigas fueron un punto culminante, con una mezcla de sabores y especias que las hacían verdaderamente deliciosas. La ensalada de ventresca era refrescante y sabrosa, un plato perfecto para equilibrar los sabores más intensos. La atención del personal fue amable, atento La carta de vinos ofrecía una amplia selección, lo que hizo que el maridaje con la comida fuera una experiencia aún más agradable. Finalmente, el tiramisú fue el broche de oro de la noche. Estaba exquisitamente preparado, con capas suaves y un equilibrio perfecto de sabores. Sin duda tienes que conocerlo si visitas la zona. ¡Definitivamente, planeo regresar!

Platos muy elaborados. De calidad. El precio razonable, no barato, pero por la calidad del producto podría ser mucho más caro. Tomamos las alcachofas, espectaculares y las berenjenas muy ricas, un pequeño punto de amargó en la zona más gruesa, pero aún así muy muy muy recomendables. Queremos volver a probar más. Un Pero, cobran por el pan 1,30 es razonable y pero no lo vi en la carta.

Me encantó este lugar. Bonito, techo alto, decoración exótica: ojos en el techo y un oso de peluche enorme tipo Ted, colgando de un columpio en las alturas. Te atienden excelente, no se demoran. Puedes comer sano y rico aquí. Los platos que probamos, exquisitos. Pedí un puré de zanahorias con carillera teriyaki que estaba absolutamente espectacular. La carne estaba blanda y sabrosa y el puré suave y bien sazonado. Y pedimos el bacalao thai con arroz basmati que estaba maravilloso. Un 10.

Lugar con encanto dentro del barrio de Lavapiés. Tiene su rollo. Es de ambiente informal. Su comida original y está rica. Aunque el tartar de atún, nos lo esperábamos mejor, no notamos el ají amarillo en la base de patata (mucha patata y poco atún), y casi ni aguacate con yuzu tenía. Para el precio que es, esperaba encontrar esos matices fácilmente. El curry Thai de bacalao nos gustó más. El servicio correcto, pero lentos en sacar los platos.