Mantecados Felipe Ii

De momento solo reseño la atención al cliente: un 10 Vivimos en Dinamarca y, a priori, no hacian envios en su web. Despues de contactar con ellos activaron esta opción. Hubo varios problemas para pedir y no habia manera. Despues de varios correos generaron ellos mismos el pedido y me llegó el link de pago. He leido en varias webs que son los mejores mantecados, asi que ya estoy deseando catarlos.

En mi casa de toda la vida, cuarta generación de mi familia comprando Mantecados Felipe II. No tienen nada que ver con ningún otro polvorón o mantecado, Son especiales, deliciosos, finos, una auténtica delicia, un regalo al paladar. Alta gastronomía en estado puro y además, pasan los años y conservan el sabor, aroma, y su característica forma tradicional del buen saber hacer. Allá adonde voy, siempre y para siempre, con Felipe II. Gracias por mantener su extraordinaria calidad con el paso de los años.

No es posible dar otra valoración que no sean 5*. Excelente producto que se ve reflejado en su coste, pero muy equitativo en la relación calidad-precio. La "cremosidad" de los mantecados y su sabor merecen todas las reseñas que están aquí recogidas. No hay que dejar de tener en cuenta la rapidez en el envío de los pedidos, lo cual es igual de importante.

Deliciosos. Son una auténtica exquisitez, un lujo para el paladar. Valen cada euro que cuestan. Para mí están por encima de cualquier otro dulce navideño. El problema es que si se prueban es muy difícil después aceptar polvorones mediocres. Cada año es maravilloso reencontrarse con el sabor y la calidad de este producto artesano. Espero que sigan fieles a la tradición y no falten nunca a la cita!

No hace falta haberlos comido en tu niñez para que los mantecados Felipe II te lleven a ella. Son los mantecados para los que, como yo, somos nostálgicos, nostálgicos de la Navidad de verdad, de la Navidad que era celebración familiar, celebración sin ostentación, de ambiente cálido y tradicional en su decoración, en su sonido, en su olor y su gusto, una celebración en torno a una mesa con deliciosos y clásicos, pero elaborados, platos hechos con cariño, con muy buen saber hacer y con los ingredientes de la mayor calidad que se pudiera porque la Navidad era solo una vez al año y se quería dar a los tuyos lo mejor, no por ostentar, sino por la satisfacción de compartir con la familia lo mejor que uno pudiese ofrecer. Estos mantecados son eso, la Navidad de verdad. Buscan celebrar con los seres queridos, pero no ostentar. Su presentación es tradicional, en papel con la decoración justa para la ocasión. Sus ingredientes son clásicos y de calidad, sin una rara composición, con un aroma a Navidad y sabor auténtico, de siempre, sin extraños aderezos porque una receta buena, por ingredientes clásicos que lleve, no necesita nada más para estar riquísima y con una textura que recuerda a la calidez de la familia, muy suave, apta para todos y, finalmente, estos mantecados son ese plus extraordinario que en Navidad haces el esfuerzo por conseguir para compartir con los tuyos lo mejor porque la Navidad solo es una vez al año. Lo realmente bueno no debe cambiar.

Yo nunca he sido mucho de dulces de navidad como los mantecados o polvorones, pero todo eso cambió cuando probé los Felipe II. Durante la época de invierno, en mi casa siempre había una caja de estos mantecados. Siempre los veía pero no me llamaban mucho la atención, pero un día los probé y desde aquel entonces, no paré de comer durante todas las navidades hasta tal punto que me fui por la noche sola a comprar solo para mi. Yo se los di a probar a mis amigas, y reaccionaron de la misma manera que yo, alucinando. Ellas empezaron a comprar y comprar, hasta que terminó el invierno y así sucesivamente. Nunca en mi vida había probado algo tan maravilloso y diferente a lo demás. Cuando hay mantecados Felipe II en casa, significa que ha empezado la navidad y la felicidad.