Sép7ima

Lo que más me gustó del hotel fue su servicio de Restauración donde cabe destacar, sin duda, a Fran. Fue atento, amable y bastante cercano, lo que lo agradecimos bastante mis amigos y yo. La carta nos encantó y los platos que pedimos no defraudaron, pero la experiencia fue de lo mejor posible gracias a la atención de Fran. Cuídenle bien! :D

Buen ambiente y buenas vistas de la zona sur de Madrid. La comida muy buena y muy original con fusiones diferentes, pero el servicio, a mi juicio, un poco lento. De hecho, entre los segundos y los postres con nosotros tardaron bastante y tuvimos que pedir los postres y cafés todo junto para acelerar.

Ha sido una experiencia magnífica. Es la segunda vez que vengo al brunch y es cierto que la cantidad de comida ha bajado y el precio ha subido, actualmente 39 euros, pero ha merecido la pena. En mi primera experiencia no pude acabar de probar todos los platos y esta vez al quitar los entrantes dulces es mucho más asequible para el estómago. Los huevos Benedict no defraudan y la tarta founde de chocolate un must, nada empalagosa ni excesivamente dulce. ¡Repetiremos seguro!

Un interesante regalo de brunch nos llevó a conocer éste curioso lugar… no es ostentoso, ni lo pretende, pero es acogedor. Lo acompaña la suave voz de una cantante y te pierdes en pleno madrid, en un lugar idílico! Patrocinado por Aperol comenzamos nuestra llegada a un entrante lleno de croquetas, blinis, manecillas y patés, muy ricos. Seguimos con la burguer de Wayu y la brioche de ternera, suculentas y rematamos con cheese cake y tarta de choco, muy buenas!! Bebimos zumos naturales, cava y café… todo incluido… sin duda repetiremos y lo regañaremos también… es para desconectar y disfrutar!!! La atención es inmejorable!!! Acertadamente por error y casualidad, no reservamos “terraza” y fue lo mejor… la temperatura y el nivel de ruido dentro, fue mucho mejor que el bullicio de fuera, y el calor insoportable…

Es un sitio espectacular Primero, un atención de 10, son unos chicos y chicas súper amables, te explican todo, no te presionan de pedir ya, te dan tu tiempo si lo necesitas y son súper educados. El ambiente es otra cosa a destacar, clima perfecto, música relajante y unas vistas espectaculares. La comida, de estrella Michelin, cantidad bastante generosas, no te quitan el plato con prisas, una vez terminas el entrante de traen el principal, cosa que en pocos restaurantes te permiten, te dejan comer y disfrutar. En mi opinión la tabla de quesos es una maravilla, el pescado y la carne muy buenos, el postre una maravilla, si no eres amante de los dulces te aseguro que te encantará este, sus postres no son tan dulces están en su medida perfecta. Baños completamente limpios, disponen de jabón y crema de manos. Definitivamente repetiré